Ir
Jorge Armando Sandoval, 39, posa frente de su casa, rodeado por sus perros. Reciclador en el basurero general, gana un promedio de 75/100 quetzales diarios

Anexo Joya 5, la Verbena, o la resistencia de quienes conviven a diario con la precariedad

Lee también
Lee también
Simone Dalmasso
Simone Dalmasso
Simone Dalmasso
Simone Dalmasso
Simone Dalmasso
Simone Dalmasso
Simone Dalmasso
Simone Dalmasso
Simone Dalmasso
Simone Dalmasso
Simone Dalmasso
Simone Dalmasso
Simone Dalmasso
Simone Dalmasso
Tipo de Nota: 
Fotos

Anexo Joya 5, la Verbena, o la resistencia de quienes conviven a diario con la precariedad

Autoría
Historia completa Temas clave

Frente a una situación económica cada vez más dura, hay lugares marginales de la ciudad capital en los que la crisis se advierte menos drástica que en otros, aunque solo sea por el hecho de que quienes viven aquí lo hacen instalados en la precariedad.

En el asentamiento Anexo Joya 5, unas 100 familias viven al lado de las 400 residentes en la homónima colonia, en el sector del cementerio La Verbena, zona 7 capitalina. Para nuestros lectores, los pobladores de este pintoresco asentamiento no son desconocidos, ya que en 2012, en Vidas de Lámina habíamos narrado la lucha de sus líderes para ver reconocido el derecho de ocupar el suelo colindante al cementerio de la Verbena gracias a una Ley de Vivienda que, en aquel tiempo, la Asociación de Pobladores de Asentamientos peleó con el gobierno patriota de Otto Pérez Molina: protestaron frente al Congreso de la República durante 142 días. 

[galeria]

Ocho años después, en la finca, como familiarmente los pobladores llaman a su asentamiento, la vida es un poco más fácil. Finalmente cuentan con servicios básicos de agua y luz.

Lengua de tierra recuperada al barranco que une el cementerio con la última parte del basurero general de la zona 3, el asentamiento es un sube y baja de pequeños callejones en el que se reparten construcciones sencillas, desde casas de ladrillo hasta las champas de lámina más precarias. En cada humilde casa vive un promedio de ocho personas.

[relacionadapzp1]

Justo después de los primeros casos confirmados da contagio, la tercera semana de marzo, noticias en los diarios nacionales habían alertado a los pobladores del asentamiento: parecía que unas 30 fosas recién cavadas en la parte más lejana del cementerio iban a hospedar las primeras víctimas del COVID19. Después del desmentido presidencial, la vida siguió según las tradicionales preocupaciones, es decir, cómo cumplir con las necesidades básicas de alimentarse, cada día.

Cementerio y basurero siguen ofreciendo dos opciones de empleo absolutamente vitales para buena parte de la gente del Anexo Joya 5.

Si las actividades económicas relacionadas al cementerio se han reducido notablemente, después del cierre de la entrada, el basurero sigue representando la fuente de ingresos para muchos, los recicladores, que cada mañana bajan la cuesta empinada de montaña que separa el asentamiento de la última parte del relleno sanitario. Desde el 2014, también este territorio ha cambiado drásticamente, ya que, en aquel tiempo, esa parte de basurero era un área montañosa que caía en el río de aguas negras y chatarra donde los “mineros” sacaban pedazos de metales preciosos que revendían a las chatarreras locales, en un negocio que sobrepasaba los estándares del salario mínimo.

[relacionadapzp2]

Seis años más de producción de basura abrieron un espacio completamente nuevo al que ahora llegan camiones y máquinas varias rodeadas por los habituales recicladores.

Después del deslave del 2016 que sepultó a unos 60 recolectores, la zona está estrictamente custodiada y, por ende, se deniega el acceso a la prensa.

Sin embargo, en ese constante ejercicio de resiliencia civil, máxima expresión del abandono de las instituciones públicas, en este momento histórico de crisis aguda entre las economías domésticas de la mayoría de las familias guatemaltecas, el basurero, con sus paradojas, sigue resultando una opción de sobrevivencia para un gran número de personas.

 

Autor
Edición
Autor
Edición